
Con un prólogo que invita al lector a encontrar su propia hora más serena para dar cabida a estas historias en su alma.
«Antologías de las Almas – En la hora más serena», una obra que surge del Taller literario «Sumergidos en palabras», coordinado por Adriana Cigno y por los autores Flavio Miranda, Juan Manuel Pereira, Pablo Mendivil, Gabriela Luján García, Julio D. Martínez.
Quienes con el convencimiento de que escribir es soltar miedos para arrojarnos al abismo íntimo de nuestro ser y sumergirnos en las profundidades de la palabra. Ha sido el crisol donde se han forjado las historias que componen «Antologías de las Almas – En la hora más serena», un reflejo del esfuerzo, la pasión y la dedicación de cada autor por explorar su voz única.
Este libro, es una colección de relatos que abarcan temas tan diversos como el amor, la aceptación, la inocencia y la realidad cotidiana.
Desde «Tiempos» hasta «La última guardia», cada relato ofrece una mirada profunda sobre la vida, la esperanza y las emociones humanas.
Con una prosa cautivadora, nos sumerge en un mundo de realidades paralelas, encuentros inesperados y momentos de introspección. «Antologías de las Almas – En la hora más serena» es una obra que cautivará en cada página, ofreciendo una mirada conmovedora en sus distintos relatos. No te pierdas la oportunidad de sumergirte en estas historias que tocarán tu corazón y alimentarán tu alma.
Compartimos ese sentimiento con el siguiente Extracto de Julio Daniel Martínez:
«Cuando me reúno contigo, encuentro paz. Me conscientes de una manera tácita, te internas en los rincones más íntimos de mi alma y recorres cada una de las habitaciones de mi corazón.
Julio Daniel Martínez
No hace falta que lo digas, lo sé, conoces todo en él: tristezas, alegrías, miedos, dudas…
En domingos como hoy, sentado en esta banqueta de madera con mi cuaderno, puedo recitarte las frases más hermosas o rememorar los momentos más emotivos. ¡Ah!, la tarde en que nos conocimos, en segundo año del comercial Adolfo Güemes, ¿te acuerdas, Amanda? El destello que provocaron nuestros ojos al encontrarse fue el momento predestinado en que comenzó nuestra existencia; dos tórtolas sorprendidas por su buena suerte, disfrutando un cielo recién descubierto.
