Atahualpa Yupanqui: la voz de la tierra.

Por Silvana Yrigoyen

«Cuando muere un poeta, no deberían enterrarlo bajo una cruz, sino que deberían plantar un árbol encima de sus restos. Así lo pienso yo, por cuanto, con el tiempo, ese árbol tendrá ramas y un nido y en él nacerán pájaros. De ese modo, el silencio del poeta, se volverá golondrina». A.Y.

Atahualpa Yupanqui es el nombre artístico de Héctor Roberto Chavero, nombre quechua en homenaje al emperador de los incas que significa “el que viene de lejanas tierras para decir algo”.

Cantautor, guitarrista, poeta y escritor. Sus canciones han sido interpretadas por cantantes como Mercedes Sosa, Los Chalchaleros, Horacio Guarany, Alfredo Zitarrosa, José Larralde, Jairo Andrés Calamaro, Divididos, Soledad, Suma Paz,  entro otros muchos.

Su hondo lirismo y actitud crítica ante las condiciones sociales de América Latina lo convirtieron en un cantautor de compromiso; capaz de  denunciar injusticias, pero también de crear esperanzas.

A medida que fue difundiéndose su obra, diversos intérpretes empezaron a popularizar sus canciones. Grabó con Mercedes Sosa y Jorge Cafrune. Recorrió el país, buscando testimonios de las culturas originarias.

Se relacionó con un círculo intelectual en torno a la etnografía ya que estaba muy interesado en el estudio de las costumbres y tradiciones de su patria.

En 1941 publica su primer libro de poemas “Piedra Sola”. En 1942 conoce en Tucumán a la pianista y compositora Nenette Pepín Fitzpatrick,

con quien mantuvo una relación de 48 años; con ella tuvo su último hijo Roberto Chavero (de su primer matrimonio tuvo tres hijos). Nennete fue la coautora de muchas de sus canciones y firmaba como Pablo del Cerro.

Presentó recitales en  Hungría, Rumanía, Bulgaria y Checoslovaquia.

En Francia, fue invitado a actuar por Édith Piaff (quien lo descubrio) en el teatro Ateneo de Paris,  donde el público lo ovacionó.

A mediados de los 80, con el comienzo de la democracia regresa a Argentina y presenta varias obras en Buenos Aires.

En 1990  falleció su esposa en Buenos Aires y en 1992 mientras se preparaba para un concierto, en Europa,  Atahualpa partió  de gira eterna.

Desde entonces sus restos descansan en Cerro Colorado, Cordoba a la sombra y abrigo de un gran  roble. Dejando con él un legado que transciende los años y generaciones,  y con su vida, el compromiso de defender nuestra identidad y nuestra cultura.

Para conmemorar el nacimiento de este gran autor de nuestra cultura, comparto un fragmento de la poesía titulada «Destino del Canto»:

"Nada resulta superior al destino del canto. 
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
porque ellos se nutren con su propia luz.
Se alimentan de su propia pasión.
Renacen cada día, para ser.
Sí, la tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres indicados
para traducirla en la esperanza, en la pena, en la soledad."

Publicado por Juana Manuela

Empresa destinada a la publicación de textos de difernetes géneros literarios, como así también a la difusión de nuestra cultura latinoamericana.

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